Soplan nuevos vientos en la política. Durante años, los psicodélicos fueron vistos como símbolos de la contracultura: hippies, Woodstock, protesta contra la guerra y el sistema. Pero hoy está ocurriendo algo extraordinario. Cada vez más políticos conservadores, sobre todo en Estados Unidos y Alemania, hablan positivamente del valor medicinal y terapéutico de psicodélicos como las trufas mágicas, las setas y el MDMA. ¿A qué se debe este cambio? ¿Qué podemos aprender en Europa?
¿Por qué cambian ahora exactamente los conservadores?
A primera vista, parece contradictorio. Los partidos conservadores siempre se han perfilado como defensores de la "ley y el orden". Leyes de drogas estrictas, castigos severos, tolerancia cero. Sin embargo, ahora vemos cómo estos mismos políticos abren las puertas a la investigación psicodélica. La razón radica en las historias humanas que les llegan: miles de veteranos de guerra, policías y bomberos que luchan contra traumas, depresiones o adicciones después de sus carreras.
Cuando estas personas te dicen que las drogas convencionales no funcionan, pero que una sola sesión con psilocibina o MDMA les devuelve la vida, es difícil ignorarlo. Ya no se trata de un debate abstracto, sino de una cuestión concreta: ¿cómo ayudas a los hombres y mujeres que tú mismo enviaste a la guerra?
El papel del movimiento de veteranos en EE.UU.
En Estados Unidos, el movimiento de veteranos está impulsando el cambio político. Organizaciones de antiguos soldados presionan activamente para conseguir un acceso legal a las terapias psicodélicas. Cuentan sus historias personales en el Congreso y en los medios de comunicación. No como activistas con flores en el pelo, sino como ciudadanos respetuosos de la ley que lo han dado todo por su país.
Eso impresiona a los políticos conservadores. Los veteranos son un grupo sagrado dentro del panorama político estadounidense. Sus voces abren puertas que permanecieron cerradas durante años. Allí donde los movimientos progresistas a menudo encontraban escepticismo, los veteranos saben cómo romper la resistencia.
Alemania, pionera en Europa
También estamos asistiendo a un giro en Europa, y Alemania ocupa un lugar especial. Bajo el gobierno del Canciller Scholz, se está debatiendo una reforma más amplia de la política de drogas. La atención no sólo se centra en el cannabis, sino también en abrir la puerta a la investigación y las aplicaciones médicas de los psicodélicos.
Lo sorprendente es que incluso en el seno de la CDU, tradicionalmente conservadora y reticente, aumentan las peticiones de nuevas opciones terapéuticas para la depresión y el TEPT. Médicos y científicos de Berlín y Múnich subrayan que Alemania puede desempeñar un papel de liderazgo en Europa, precisamente porque el país cuenta con una sólida tradición farmacéutica
Para los políticos conservadores alemanes, la clave es la misma que en Estados Unidos: responsabilidad por la salud y el bienestar. No experimentar por experimentar, sino la terapia como último recurso para los que de otro modo se atascan.
De sustancia prohibida a deber patriótico
El lenguaje está cambiando con ello. Donde antes se hablaba de "drogas ilegales", ahora se habla de "terapias innovadoras". Los psicodélicos ya no se presentan como una amenaza para la sociedad, sino como un medio para curar a héroes y ciudadanos. A ello ayuda que la investigación en universidades como Johns Hopkins, Yale y la Charité de Berlín aporte pruebas científicas: la psilocibina ha demostrado ser eficaz para la depresión, el TEPT y los trastornos de ansiedad.
Esto crea una paradoja: lo que antes se prohibía en nombre de los valores conservadores, ahora se abraza con el mismo nombre. La terapia psicodélica ya no es una rebeldía, sino casi un deber social.

¿Qué significa esto para los Países Bajos?
Los Países Bajos conocen desde hace tiempo la posición especial de las trufas mágicas. Sin embargo, aquí los partidos conservadores suelen ir a la zaga. El debate sigue fuertemente teñido por viejos estigmas. Mientras que en Alemania y EE.UU. los conservadores se perfilan como innovadores, aquí sigue prevaleciendo el silencio.
El movimiento de veteranos estadounidense y la profesión médica alemana demuestran que el cambio es posible, incluso entre las partes más reacias. Sólo hace falta una narrativa diferente: no sobre la libertad y la experimentación, sino sobre el cuidado, la responsabilidad y la dignidad humana.
El poder de la historia
Como cultivador y observador, puedo ver lo especial que es este momento. Los psicodélicos son productos naturales, creados a partir de una sutil interacción de sustancias que van más allá de la psilocibina. Durante siglos, las culturas indígenas los han utilizado como medicina, guía y santuario. Que este conocimiento resuene ahora hasta en los pasillos conservadores de Washington, así como en Berlín, demuestra que el poder de la historia es más fuerte que las fronteras políticas.
Si escucha con atención, oirá que veteranos, científicos y políticos hablan en realidad el mismo lenguaje que la naturaleza: el de la curación, la conexión y el significado.
¿Y ahora?
La cuestión ya no es si los psicodélicos tendrán un lugar en la sociedad, sino cuándo y en qué condiciones. Los políticos conservadores que revisan sus actitudes están acelerando ese movimiento. Y quizá ésa sea la mayor lección: el verdadero cambio no sólo se produce a través de la confrontación, sino encontrando aliados inesperados.
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