Este artículo está basado en una conversación con un cliente y complementado por nosotros.
Una vida en pausa
Cuando empecé a tomar microdosis hace cinco años, me encontraba en una encrucijada. Durante años había tomado antidepresivos, cuidadosamente recetados por mi médico de cabecera. El mundo se volvió plano por ello. Menos profundidad, menos bajones, pero también menos picos. Me hacía más "estable" sobre el papel, pero en el fondo me sentía perdida. Cuando conocí las trufas mágicas, se me abrió un mundo.
Equilibrio artificial frente a profundidad natural
Los antidepresivos están diseñados para afectar a los procesos químicos del cerebro. Los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) permiten que la serotonina permanezca disponible en el cerebro durante más tiempo. Suena lógico, pero el efecto parecía artificial. Como si viviera en un modo de pausa constante. Sin conexión real, sin creatividad, sin crecimiento.
Las trufas son diferentes. Son un producto natural, rico en psilocibina, así como en otras innumerables sustancias activas que juntas provocan el llamado efecto séquito. Las microdosis de trufas no me dieron una nueva personalidad, sino que me ayudaron a volver lentamente a ser quien realmente era. Mi vida emocional volvió, sutil pero claramente. Como si la niebla se hubiera disipado.
Una transición gradual
Pasar de los antidepresivos a las trufas no fue una decisión rigurosa, sino una transición gradual. Con orientación y conocimientos, empecé a microdosificar con cuidado. Mientras que los antidepresivos me sedaban, las trufas me ponían en contacto con mis emociones. No eran abrumadoras, sino claras y manejables.
Los días que tomaba microdosis, me sentía más creativa, más conectada con mi entorno y más capaz de vivir sentimientos difíciles en lugar de reprimirlos. Mis relaciones se volvieron más íntimas, mi trabajo cobró más sentido y empecé a soñar de nuevo, literal y figuradamente.
¿Qué dice la ciencia?
Cada vez más estudios demuestran que la psilocibina, en combinación con los demás compuestos de las trufas, puede ser más eficaz contra la depresión que los antidepresivos tradicionales. La diferencia no está sólo en la molécula, sino en el contexto y la experiencia. Las trufas no sólo actúan a nivel neuroquímico, sino también a nivel existencial. Los consumidores afirman que les aportan ideas, sentido y una renovada sensación de conexión. Los antidepresivos rara vez lo consiguen.
Además, las trufas no producen dependencia física, mientras que el abandono de los ISRS suele ir acompañado de graves síntomas de abstinencia. Las trufas requieren un consumo consciente, no una ingesta diaria. Esto por sí solo hace que su uso sea fundamentalmente diferente.
Lo que elijo hoy
Hoy ya no tomo antidepresivos. Las trufas no "arreglaron" mi vida, pero me ayudaron a entenderme de nuevo. Actuaron como una guía suave, no como una muleta química. Y aunque nunca aconsejaría a nadie que dejara de tomar medicación sin consultar, envidio a todo el mundo el conocimiento y la experiencia de lo que pueden hacer las trufas.
¿Quiere saber más o vivir la experiencia?
Si está pensando en dejar de tomar antidepresivos, coméntelo siempre primero con su médico de cabecera e implique a un ser querido en el proceso. Nunca los dejes por tu cuenta. La microdosificación con trufas puede ser un complemento valioso para algunos, pero requiere elecciones conscientes y una buena orientación.
¿Quiere saber más sobre cómo las trufas pueden ayudar a combatir los síntomas depresivos? Lea nuestro artículo sobre microdosificación en la depresión.
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